INMOVILISMO
Casi todo lo que hacemos durante una vida lo hacemos por inercia. Tal vez nos asuste pensar demasiado. O tal vez jamás hayamos reparado en ello y lo hayamos acabado asumiendo como algo totalmente normal. Y no lo es. Todo cuanto nos rodea forma un enorme telar tejido con infinitas normas y actitudes dirigidas, únicamente, a tenernos encerrados en un redil al que nos hemos acabado acostumbrando. Y todo lo que no sea permanecer allí dentro será represaliado y mostrado como ejemplarizante al resto.
Ninguna de esas leyes se dictan en pos de nuestro bienestar. Ni las órdenes, ni las indicaciones. A ellos les importa bien poco la independencia o la seguridad. Todo va dirigido a que permanezca el status. Y cuando te hacen creer que resulta peligroso que te roben en plena calle a plena luz del día lo hacen para que sepas lo que has de temer. Y en ningún caso será lo que te roben ellos y sus entidades financieras.
Así se perpetúa el inmovilismo. Así todo sigue bajo el control de los mismos de siempre. Y esa es su única preocupación. Y cualquier movimiento fuera de ese tablero de juego será reprimido con fiereza para que el resto no se atrevan a mover ni un dedo. Es por eso que cuando se plantean fórmulas alternativas de funcionamiento social como la anarquía responden que con ello se generaría el caos. Como si los gobiernos actuales, se llamen como se llamen, ofrecieran algo diferente o mejor que ese caos que pronostican.
Cada vez que acatas una orden, por pequeña que sea, o aceptas cualquier norma lo que haces, en realidad, es otorgar tú el poder al poderoso.