DESORDEN
Tras el desorden volvió la calma. Volvieron todos los bostezos del mundo a campar a sus anchas. Todo quedó reducido a un sopor eterno. A un mar en calma que no es capaz de augurar tormenta alguna. Una balsa de aceite cualquiera. La misma calma que respiran las colillas en lo más profundo de cualquier cenicero. Ese mismo y preciso silencio. Y ni rastro del fuego. Ni de los cristales rotos. Ni tan sólo esas gotas de sangre que muestran claramente el punto de fuga fueron capaces de despertar a las fieras.
Cuando la chispa adecuada vuelva a incendiar el bosque tendremos que volver a empezar desde cero. Eso es lo que mejor hacemos. Olvidarlo todo para volver a empezar. El mismo carrusel de la locura que siempre hemos creído controlar con nuestras propias manos. Y las mismas manos que ya dejaron de obedecer a nuestros cerebros hace demasiado tiempo. Pero volveremos. Y volveremos a incendiarlo todo. Aunque sea tan sólo durante una mañana de invierno. Aunque sea tan sólo otro grito enterrado en nuestro “quiero y no puedo” particular.
Corren días de angustia en nuestro sofá. Tal vez este mar de dudas que no se cansa de animarnos a salir a la calle no sea más que un nuevo laberinto. El riesgo de perecer buscando una salida nos aterra. Tanto es así que preferimos seguir anclados a nuestros sofás. Cualquier movimiento puede ser un suicidio. Cualquier cambio en nuestro entorno puede ser un sinsentido. Salir de nuestra zona de confort resulta tan aterrador que preferimos asumir nuestra muerte. Así de positivos fuimos, somos y seremos creyendo estar vivos.
La realidad golpea con fuerza. El margen de error cada vez es mayor. Al final acabará por engullirnos del todo. Pero eso tampoco nos preocupa demasiado. Nosotros somos esa raza que tan sólo vive su presente. Como si eso justificase un esplendor que, cada vez que nos miramos al espejo, reconocemos ausente. No somos más que el retroceso de cualquier arma. No somos su pólvora ni su detonador. Eso también nos da mucho miedo. No somos nada más que la organización armada terrorista que asesinará un nuevo invierno.